La ESPERANZA ante la muerte
- F. E. Lizana A.
- 4 dic 2020
- 3 Min. de lectura

No temas, yo soy el primero y el último, el que vivo y estuve muerto, más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Apocalipsis. 1: 18
Mi amigo me había comunicado que tenía un diagnostico grave y consulté por él. La respuesta fue: “Soy la esposa, él falleció hace un mes. Fue desahuciado de cáncer al estómago y enviado a la casa”. Me embargó la tristeza, como pude le di mí sentido pésame y articulé unas palabras de consuelo. Entre ellas la esperanza que tenemos en Jesús. Afirmé que su regreso a la tierra será pronto y terminará con el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. ¡La resurrección de los muertos es nuestra esperanza!
Después que hube terminado de hablar con ella, busqué un lugar, me arrodillé, invoqué a Jesús y pedí por el consuelo de aquella viuda, pedí perdón. Agradecí a mi Salvador por su misericordia. ¡Y por un día más de salud y vida!
Las Escrituras infunden valor y consuelo verdadero (2 Cor.2:3,4). Me gozo leer en Apocalipsis la aparición gloriosa del Señor Jesucristo resucitado, ante Juan en la isla de Patmos, con un mensaje alentador. El saludo de Jesús fue: “No temas (…) y el que vivo, y estuve muerto (…). Y tengo las llaves de la muerte y del Hades (Apoc.1:18). ¡Qué mensaje!
El apóstol, se llenó de FE, valor y esperanza y recordó las palabras de su amado Maestro, que había dicho antes: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (S. Jn. 10:17, 18). ¡Tremendo! Cuando declaró a sus discípulos en el contexto de la promesa de su regreso: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (S. Jn.14:6). Jesús proclamó que ¡ÉL era la VIDA! Entre los muchos milagros de resucitar muertos, Jesús ante la tumba de Lázaro, en que yacía hace cuatro días, aseguró: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (S. Jn.11:25) ¡Que autoridad!, se escuchó una vez más que ¡las puertas del hades no prevalecerían! ¡Cristo resucitará a sus santos cuando venga en su Segunda Venida! (1 Tes 4:13-18). Ahora a su fiel siervo, Jesús le da la señal, de su testimonio (...). “Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apoc.1:18). “¡Oh que amigo nos es Cristo!”
En una de las promesas más consoladoras para sus siervos en el umbral de la eternidad, el profeta de Patmos dice: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección, la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apoc.20:6). ¡Hay resurrección en Cristo! Sí, después que concluya el conflicto y ponga el Padre a sus enemigos bajo el estrado de sus pies (Heb.1:13). Y acabe con el mal y el pecado para siempre. ¡La muerte y los cementerios! (Apoc.20:10,14).
La revelación dice: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, con palmas en las manos clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apoc.7:9-11).
¿Sabes? A esta reunión celestial, todos estamos invitados por el Salvador para estar allí. ¡Ante el trono de Jesús! (Apoc.19:9). Sería una decepción eterna, faltar para celebrar la victoria con Jesús y los redimidos de todas las edades. ¡Y con nuestros amados reunirnos para siempre! “Si hoy oyereis su voz...” (Heb.3:7).
¡Entrega HOY tu corazón a Jesús!
¿Aceptas la invitación?
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