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  • Foto del escritorF. E. Lizana A.

EMMANUEL Dios con nosotros


El que anda en medio de los siete candeleros de oro.

Apocalipsis 2:1



La riqueza de los símbolos del Apocalipsis, nos invitan a leer y escudriñar su temática. La revelación de Jesucristo, tiene sentido para el lector, porque el significado del mensaje es revelado por su autor. Jesús le revela y explica al anciano apóstol Juan: “El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias” (Apoc. 1:20). Los siete candeleros son las siete Iglesias de la época, en Asia menor; Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, Laodicea, ver cap. 2 y 3. Recuerda que la Iglesia de Jesús es la depositaria y reveladora de la luz del mundo (S. Jn. 1:9; 8:12) y es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Ha sido organizada para servir y su misión es proclamar el Evangelio al mundo. Es la niña de sus ojos (Deut. 32:10; Zac.2:8; Sal.17:8). Es preciosa ante sus ojos, como un candelero de oro. Jesús derramó su sangre en la Cruz por ella (Efe. 5:25), resucitó al tercer día e intercede ante el Padre por ella (1 Cor. 15:1-5; Efe 1:3,4; Heb 7:25). Y, además, prometió que volverá por ella, al final del tiempo (S. Jn. 14:1-3). ¡A sus discípulos aseguró que donde estén dos o tres reunidos en su nombre allí estará en medio de ellos! (S.Mat.18:20). “¡Emmanuel: ¡Dios con nosotros!” (S. Mat. 1:23).


La visión del Hijo del Hombre, que anda en medio de los siete candeleros de oro, causó en el apóstol gozo y amor, al ver a su Maestro gloriosamente resucitado (Apoc. 1:17,18). Más adelante esta visión le traería consuelo y paciencia, ante la revelación del Gran Conflicto y la tribulación de siglos que sufriría su amada Iglesia, hasta el fin, véase cap. 12; 6,13,14,17. Con renovada convicción mantuvo su fe, creía que la Iglesia nunca estaría sola, huérfana ni desamparada. Allí estaría Jesús para sostenerla con la diestra de su Justicia (Isa.41:10).


En Babilonia, tres jóvenes judíos; Sadrac, Mesad y Abel-nego, fueron lanzados vivos al horno ardiendo y Jesús estuvo en medio de ellos y los salvó. Dijo Nabucodonor: “...He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses” (Dan. 3:25). Dios escuchó la oración de Daniel en el foso de los leones; “... Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente” (Dan. 6:22). El saludo de Cristo a la Iglesia de Éfeso, nos dice que El Hijo del Hombre anda en medio de su pueblo (Apoc. 1:13).


Hoy, tal vez estés pasando por un “horno ardiente”, hayas caído a un pozo profundo rodeado de peligros, semejante a leones pronto a devorarte. Recuerda que no estamos solos, “uno semejante al Hijo del Hombre anda en medio de los siete candeleros de oro” (Apoc. 1:13; 2:1).


Aunque tengas miedo y estés muy encerrado en tus conflictos y problemas que no puedas salir de allí, Jesús viene hasta ti para decirte: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo” (Apoc. 3:20). Así se presentó en medio de sus discípulos temerosos, y los animó: “Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado” (S. 20:19,20).


¿Qué puede ser más consolador y poderoso para un alma abatida que lo que hizo Jesús por ti y por mí?

¡Dios te bendiga!

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© 2019 F. E. Lizana A.
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