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  • Foto del escritorF. E. Lizana A.

El REY sufriente



Un día abrí la ventana de mi corazón,

Una escena triste abofeteo mi rostro sonrojado.

Sin encontrar una razón.

Veía un Ser de porte principesco todo ensangrentado.

Sus ojos un resplandor dorado.

Su sufrir un rostro inmaculado

Sobre sus hombros el manto del escarnio,

Las burlas de sus verdugos,

Sobre su aura sien las espinas del dolor,

La sangre buscaba caminos entre sus ojos.


Era lento su caminar hasta el estrado,

Sus pies santos arrastraban el polvo de la vergüenza.

De todos los caminos del mundo en su salvaje estado,

Buscó a los hombres sin descansar.

Sus brazos caían a los lados de su cuerpo vertical,

Sin ademán ni gesto contenía el aliento.

Su estatura era una antorcha encendida fijada al piso,

Una caña zarandeada por un fuerte viento.

En medio de la tormenta incólume resistía,

Herido por la pena y la soledad enmudecía.


Como a la hora del mediodía, nunca olvidaré aquel día,

Sentí mi pequeñez y débil corazón huir y escapar de allí.

No resistí y quise cerrar esa ventana de mi vida,

Aunque del amor desfigurado su voz pude oír.

Mi pecho se agitó en un fuerte y nuevo latir,

Por mi ventana entro su amor, su Espíritu sentí recibir.

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